EL AGUA DE
RESERVA
Érase una
vez, hace muchas, muchas lunas, que en un reino
más allá de los mares,
vivía el anciano
Khor, un ser
que gozaba de
gran fama por sus
lúcidas intuiciones acerca
de los acontecimientos que
se avecinaban.
Un día, el
anciano Khor ascendió a la montaña y desde lo alto dirigió a todo el género
humano una advertencia:
"En cierta
fecha", dijo, “todas las aguas del
mundo, desaparecerán para, más
tarde, volver nuevamente
a fluir, pero
¡Atención! Desde entonces, brotará
un agua diferente,
un agua que
al ser bebida, enloquecerá y desviará a los hombres
de su coherencia fundamental.
Acrón y
Turak, dos hermanos artesanos que permanecían atentos a las
inspiradas palabras
de los ancianos,
prestaron oídos al
significado de esta advertencia,
así que comenzaron a recoger agua de su manantial y depositarla en grandes tinajas
a fin de guardarla en lugar seguro. Con esta
medida, los dos
hermanos pretendían mantener
la cordura mientras fluyese el
agua contaminada que el sabio había anunciado.
Y efectivamente, en
la fecha indicada,
los torrentes dejaron
de correr, los pozos se secaron, y tras tres días de sequía e inquietud,
de nuevo las aguas
comenzaron a correr.
Acrón y Turak,
viendo lo que estaba
ocurriendo, se dirigieron
a su refugio
y bebieron del
agua que habían guardado.
Al cabo de
dos semanas, decidieron visitar el poblado y pasear por sus calles para observar
lo ocurrido entre sus habitantes. Tras
recorrer las plazas y
los mercados, comprobaron
asombrados que las
gentes pensaban y hablaban
de forma totalmente
diferente a la
anterior. Ni siquiera tenían
memoria de lo que había sucedido. Tampoco recordaban haber sido
prevenidos. Y además,
cuando los dos
jóvenes trataban de comunicarse con
cualquiera de ellos, recibían
respuestas absurdas e incoherentes.
Acrón y
Turak, no tardaron
en darse cuenta
de que todos
los habitantes de aquel poblado se habían vuelto locos.
Aquellas gentes
parecían perturbadas
y mostraban hostilidad
o compasión en
lugar de la lógica habitual que
los dos jóvenes esperaban.
Acrón y
TuraK regresaron rápido
a su refugio
y durante las
primeras
semanas bebieron
del agua que
habían guardado en
sus tinajas. Pero
finalmente, al
cabo de 40
días de soledad
y resistencia, Turak
no
aguantando más,
tomó la decisión
de beber de
la nueva agua
por contaminada que estuviese.
Turak reconocía no poder soportar
su
aislamiento por
la diferencia de orientación entre
su mentalidad y la del
resto del mundo.
Aquella mañana,
Turak se despidió
de un Acrón
que había decidido
permanecer, esperar
y permanecer fiel a sus
Valores, atestiguando lo que sucediese.
Al poco,
Turak sació su sed
con la nueva agua
y, de repente,
se volvió como los demás.
Al poco, se produjo
la transformación. Turak olvidó completamente
todo lo
referente al agua
especial que tenía
almacenada, y cuando
volvió al
poblado y se entremezcló
con sus amigos y
vecinos, todos comenzaron a
mirarlo asombrados y decir con júbilo:
¡Mirad! Es la primera
vez que un
loco ha sido
restituido milagrosamente a la cordura.
Autor José María Doria
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